Fernando Naranjo Espinoza nació en Guayaquil en 1954. Es escritor, arquitecto y acuarelista. Desde agosto del 2017 está al frente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas. A través de una amena entrevista, hace un repaso de la evolución literaria en los últimos 40 años. Menciona a cómics como Supermán, Memín Pingüín. El Agente X09; obras literarias de Borges, Kafka, Henry James; y las novelas ‘rosa’ de Corín Tellado como parte de los recursos literarios que estuvieron al alcance del público de entonces.
¿Cuál era la oferta literaria a la que tenían acceso los guayaquileños cuarenta años atrás?
Eso sería 1978. Era mi época más fecunda de lectura.
Yo comencé a leer de manera profesional a los 20 años y me había puesto como meta, para comienzos de los ’80, leer un libro a la semana. No lo he conseguido, pero al año leo entre 30 y 40 libros. Entre mis editoriales favoritas estaban la española Alianza Editorial; la otra MC Editores. Yo era fanático de (Jorge Luis) Borges, (Franz) Kafka, (Juan Carlos) Onetti. Eran parte de la literatura contemporánea de entonces. También estaba Henry James, que escribió ‘Otra vuelta de tuerca’.
A Guayaquil también llegaban las editoriales mexicanas que tenían a Carlos Fuentes, Eraclio Zepeda y Juan Rulfo… Había una gran oferta literaria en las librerías Científica, Guayaquil, Española, Compte,
que surgieron mucho antes de la era de los ‘moles’ (centros comerciales).
Las historietas también guardan un espacio relevante en la memoria del guayaquileño…
Yo fui ‘destetado’ con el cómic; es más, estoy ofendiendo al cómic al decir que comencé a leer a los 20 años. Yo los leía desde que me acuerdo. Los cómics eran como las desparecidas tiendas de vídeo, eran el Netflix de la época.
Entonces, si tú querías leer cómic social estaba Memín Pingüín, que era una tragicomedia donde el personaje principal era un niño afro sagaz, ‘chiro‘, que asistía a una escuela de clase media donde había un niño rico; era muy sentimental.
De ahí venían varias categorías, entre ellas de ficción, aventura y policíacos.
¿Y cuáles se leían más?
Yo leía de todo. Yo escribo ciencia ficción gracias al cómic, me gusta escribir sobre viajeros del tiempo y ahí está la influencia de Supermán, que era un idiota que viajaba en una serie de círculos (risas). Así lo expresaba el cómic de manera didáctica y genial, salía Supermán volando más veloz que la luz y entonces aparecían unos círculos clasificados por años, paraba cuando quisiera; era facilito viajar en el tiempo y en diferentes planetas.
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¿Recuerda alguna historieta policíaca y de aventuras?
El Agente X09, Fantomas, Kerry Drake, Dick Tracy estaban entre las policíacas. Jim de la Selva era la más popular en cuanto a las de aventuras, junto con Tarzán y El Corto Maltés. Cabe destacar que no vendían los cómics de forma independiente, sino que venían dentro de las revistas.
¿Qué espacio ocupaba la escritora Corín Tellado (María del Socorro Tellado López)?
Corín Tellado escribía novelas románticas, era como una telenovela ‘rosa’. Para mí era insoportable (risas), pero tenía muchos lectores. Corín Tellado debió ser la escritora más prolífica que cualquiera, tenía un nivel de escritura que era rescatable. En esa época había un gran prejuicio literario al leer ese tipo de obra y sin querer estuve embarcado en ese prejuicio. No solamente venía como libro completo, sino también como cómic en libros pequeños blanco y negro con mujeres de senos puntiagudos y cintura super fina. Venía en dibujos y fotonovelas. En medio de las revistas que compraban por lo general las amas de casa, Familia, Hogar, tenían inserto siempre un relato de Corín Tellado, creo que fue la primera expresión de la globalización literariamente hablando. Estaba en todas partes.
De toda su formación literaria usted eligió escribir más sobre ciencia ficción. ¿Cuál es el aporte con la sociedad?
En nuestro medio, la lectura en general sigue siendo un problema de formación. A pesar de que, según estadísticas editoriales, Guayaquil es la ciudad que más vende libros, no necesariamente es la que más los lee.
Pero la ciencia ficción tiene varios méritos; es una historia a futuro, te dice qué va a suceder si se reúnen ciertas condiciones en nuestro presente. Hay un aspecto un poco de moraleja en el asunto, pero no siempre es así y hay libertad en la escritura.
Por ejemplo, en mi último cuento: “Los custodios de la piedra”, se lee un párrafo de donde se desencadena la historia:
Así que usted es un viajero en el tiempo que me viene avisar que me va a matar el próximo jueves, a las 4 de la tarde…
Usted tiene varias facetas ¿Cuál prefiere?
Depende. Me gusta ser arquitecto cuando ejerzo, me gusta ser pintor cuando pinto y me gusta ser literato cuando escribo.
¿Cuándo fue la última vez que ejerció como arquitecto?
Hace un par de años, pero siempre hay cosas que diseñar. Manejo Autocad y esa es una ventaja para seguir ejerciendo, igual dibujo rápido a mano alzada.
¿Cómo puede resumir su primer año al frente de la Casa de Cultura Núcleo del Guayas?
Me veo inmerso en un equipo de trabajo que hemos formado aquí
dentro de la ‘Casa’ y queremos romper un poco la idea de que la cultura tiene que ver exclusivamente con el arte.
Nos interesa mucho el trabajo con artesanos, el rescate de la memoria social, identidad, valores patrimoniales. Nuestra competencia es provincial, no solo Guayaquil; tenemos ciertas dificultades, principalmente en temas de traslados y con la imprenta, que estamos revisando.
Este edifico es viejo, no se cae ni se va a caer, pero tiene problemas de instalaciones que tienen que ver con aspectos tecnológicos como ascensores, acondicionadores de aire y han demandado gran esfuerzo, para que sirva de mejor manera a la comunidad. Pero nuestro plan es que la Casa de la Cultura del Guayas salga y eso significa ir a todos los barrios, principalmente los más sensibles, en estado de riesgo; visitar los otros 24 cantones, sus parroquias y desarrollar proyectos locales en territorio. Para el próximo año esperamos se madure un convenio con el Pueblo Montuvio, para la articulación de los trabajos con todo lo que representa la memoria social.