El crítico guayaquileño de cine, Jorge Suárez, acude ininterrumpidamente a las ceremonias del premio Óscar desde 1968 como periodista.
En aquel 30 de marzo de 1955 Jorge Suárez Ramírez residía en California, Estados Unidos, con su hermano mayor Antonio. Allí estudiaba inglés y otras asignaturas. Horas antes un amigo llamado Tony lo invitó a una fiesta. Don Jorge, conocido ampliamente por sus críticas de cine y por haber presentado Noches del Oscar en televisión, no tenía idea a dónde era el festejo. Le consiguieron un smoking porque era un requisito indispensable para ingresar al RKO Pantages Theatre de Hollywood. Allí, rodeado de limusinas, luces y más, entendió que se trataba de la entrega número 28 de los premios Oscar. “Me sentía como un muchacho dentro de una juguetería.
No sabía qué hacer, ni cómo reaccionar”, recuerda el también autor de los tomos 1 y 2 de ‘Cine mudo, ciudad parlante’ (publicados entre 2013 y 2015), mientras hojea las amarillentas páginas de los añejos diarios guayaquileños en la Biblioteca Municipal de Guayaquil. Pocos saben esta anécdota, pues para la mayoría es conocido que Suárez acude ininterrumpidamente a la máxima ceremonia del cine mundial desde 1968 como periodista.
¿A quienes reconoció primero cuando llegó a esa gala en 1955?
A Marlon Brando, Grace Kelly, Kim Novak. Eran muchos. Recuerdo que en mi muchachada empecé a señalar a cuanto actor se me aparecía. Uno de ellos fue Brando. Le dije a mi amigo Tony, “mira ese es Marlon Brando”. Él se dio cuenta y me vio, pero su mirada penetrante era como un insulto a la madre. Era como si me dijera “qué te pasa hijo de tal”. Nunca olvidaré eso. Aquella noche él ganó el Oscar a mejor actor por la película ‘Nido de ratas’ (‘On the waterfront’).
¿Cuando vio a Grace Kelly le pareció tan linda como en la pantalla y como la describían?
Por supuesto que sí, era una mujer bellísima. Tuve la fortuna de apreciarla por unos 20 minutos. Había terminado la ceremonia y ella estaba solita en la calle. No sabía si acercarme o no a ella.
¿Cómo se produjo su regreso a la ceremonia de la Academia luego de 13 años?
La primera vez fue de casualidad. No me lo había planteado. Pero en 1968 sí fue porque quise asistir. Para entonces yo escribía para la revista Estrellas y como mi hermano vivía en California me había planteado esa posibilidad. Llamé a Hollywood y me respondió Margaret Herrick, quien era la secretaria de la Academia y también la mismísima persona a quien se le atribuye el nombre Óscar para la estatuilla porque le recordaba a su tío que se llamaba así. Es la versión más aceptada por los historiadores puesto que el columnista Sidney Skolsky estuvo ahí cuando Herrick hizo la referencia de su tío.
…¿pero qué le dijo ella?
Antes de que me respondiera yo le pregunté si podían invitarme como periodista para cubrir la gala. Ella me respondió: “¿qué le hace creer a usted que debemos invitarlo?”.
¿Y qué pasó entonces?
Cuando llamé era 1967. Pasaron varios meses, hasta febrero de 1968 en que me invitaron para la edición 40 que se realizó en abril y se retrasó unos días por el asesinato de Martin Luther King.
¿Cómo empezó su romance con el cine?
A los 5 años de edad me llevaron al cine Colón y vi una película de Shirley Temple, pero en esa época no tenía idea de quién era ella. Me marcó ver a una niñita rubia de cabellos rizados actuar y bailar con tanta gracia. Luego de 8 años supe quien era cuando la vi en unas revistas. Mi papá, Gustavo Suárez Barona, era importador de harina, pero le dio por representar películas en Guayaquil. Conseguía muchas publicaciones del Hollywood de esa época.
¿Quién le ha impresionado más de los actores que ha conocido?
Mary Pickford. Eso fue en los 60s. Yo tenía unos 26 o 27 años de edad y ella estaba retirada del cine, además era adulto mayor, pero aún así en su vejez lucía hermosa. Además se trataba de la primera actriz en ganar el Óscar en 1929.
¿De quienes recuerda más por sus personalidades?
De los más contemporáneos, Robin Williams era muy dicharachero, muy ameno. Jeremy Irons es muy apático e indiferente. Responde si alguien le dice algo, pero se desenchufa de la conversación. Warren Beaty y Jack Nicholson se han caracterizados por burlones. Recuerdo cuando le tomaban el pelo a una periodista chilena. Ellos le daban vuelta a sus preguntas y le hacían perder el tiempo con bromas que se festejaban entre ellos mismos.
Pero para viajar cada año a Hollywood se necesita mucho dinero, ¿cómo hacía para ir siempre?
Lo que pasa es que durante 30 años fui gerente las aerolíneas Air France y Panagram. Eso me permitía darme esas libertades. Incluso durante vacaciones aprovechaba para viajar mucho. Solo me faltó conocer la India y Australia. Iba a festivales y a presentaciones en teatros de Broadway.
¿Siempre se va un par de semanas antes de la gala, ¿qué hace en ese tiempo?
No solo es la gala. Hay mucha actividad en esos días. Hay foros con directores. Se proyectan películas extranjeras. Son jornadas que van desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la noche.
¿Entabló amistad con alguna celebridad de Hollywood?
Era muy difícil porque no era el único periodista. A esas galas van decenas y de distintas nacionalidades. Durante la gala nos llevaban a un sitio para prensa, pero yo me daba mis mañas para estar en el auditorio lo más cerca posible de todo. Recuerdo haber visto dos veces a Ginger Rogers. La segunda fue en 1982 en Santa Fe, Nuevo México, y ahí le di una revista Hogar. Le pregunté si me recordaba.
¿Y lo reconoció?
Sí. También recuerdo otra anécdota, a inicios de los 90, con Jon Voight, el papá de Angelina Jolie. Resulta que solo le preguntaban por ella. Yo lo conocía desde 1969 y me pidió que les dijera a los demás periodistas: “diles quién soy yo”. Les dije que él había ganado el Óscar en 1978 por ´Regreso sin gloria’ (‘Coming home’).
¿Esas anécdotas las compartirá en su libro ’90 noches del Óscar’?
Sí. Son dos tomos. Por eso es que me la paso metido en la biblioteca, tal como hice con ‘Cine mudo y ciudad parlante’. Fueron siete años de mi vida investigando aquí. Claro, que en lo que ahora escribo tiene muchas de mis vivencias en las galas a las que he ido y las anteriores, es decir desde la primera entrega en 1929.
¿Por ejemplo?
De las anécdotas que no viví, pero investigué consta una con Hattie McDaniel, la primera actriz afroamericana en ganar el Óscar por ‘Lo que el viento se llevó’ en la gala de 1940. En esos días el racismo en Estados Unidos era muy marcado. A ella la rechazaron en un hotel en Atlanta. Incluso en los Oscar la situaron cerca de la cocina que como para recordarle que ese es lugar, todo eso, pese a que Clark Gable reclamó por el maltrato hacia ella. Mc Daniel donó su estatuilla a la universidad de Washington.
¿Y de las suyas además de las que ya contó?
Una vez le pregunté a Meryl Streep: “¿qué se siente ganar el Óscar?“ y me respondió: “repíteme la pregunta porque los latidos de mi corazón no me dejaron oírla”. Me impactó por lo honesta de su respuesta. Hillary Swank también me impresionó por su sencillez. Me acerqué a ella y le dije: “perdone el atrevimiento, pero antes de acercarme a usted me dije a mí mismo ‘ahora o nunca”.
Ella se sorprendió y me respondió: “ahora o nunca es mi frase favorita”. Así me que dedicó un autógrafo con esas palabras. A Nicole Kidman le pedí que me permitiera besarle su mano, mientras que de Bette Davis me impactó su personalidad dominante. En un evento, al que sintió que no le rindieron pleitesía exclamó: “¿no saben quién soy yo? Soy Bette Davis y gané dos Óscar”.
Nacido en Guayaquil, el 11 de febrero de un año que no revela, Jorge Suárez es un convencido de que los contenidos del cine de antaño eran mejores que los actuales y que actualmente con el avance de la tecnología se reconoce mucho los efectos especiales, maquillaje, vestuario y más. Suárez, quien tiene siete hermanos y ha ido a seis auditorios diferentes para la gala del Óscar durante medio siglo, alista el lanzamiento de su libro para las siguientes semanas. Dirá la fecha exacta a su regreso de Hollywood.